viernes, 30 de noviembre de 2012

No pasa nada

Siempre me ha sorprendido la increíble capacidad que tienen los políticos de uno y otro color para escaquearse de sus responsabilidades, de las cotidianas y de las grandes, y la facilidad para evadirse de sentencias y barrotes. Lo veo cada día y me cabreo, de impotencia, de rabia, de comprobar que la justicia no es igual para todos. Pero no me extraña su comportamiento; conozco su falta de criterio y personalidad. Aferrados a sus puestos, se convierten en la voz de su amo sin ser capaces de salirse de lo que les marcan desde arriba. Y lo cumplen porque nadie quiere perder su sillón. Son los grandes protagonistas cuando se trata de salir en la foto y dar la cara cuando todo va bien y, como grandes cobardes e ineptos muchos de ellos, esconden la cabeza cuando vienen mal dadas y, curiosamente, tienen la asombrosa habilidad de salir siempre indemnes.
Pero el escándalo del Madrid Arena supera cualquier límite imaginable. Ayer murió la quinta chica que tuvo la desgracia de acudir a la fiesta de ese maldito lugar y no volver jamás a su casa. Hasta este momento nadie ha asumido responsabilidades de ningún tipo. Las comparecencias de técnicos y políticos del Ayuntamiento de Madrid son una tomadura de pelo, todos eluden unas responsabilidades que tienen por su cargo, incluida la alcaldesa de la villa, a la que su puesto cada día le queda más grande. Un jefe de emergencias que desconocía que esa noche iban a reunirse miles de personas en un recinto cerrado, un concejal que dice que sí se lo habían comunicado, un médico de 77 años cuyas declaraciones son incalificables y que corroboran que, tanto la empresa como el Ayuntamiento, actuaron de forma chapucera e irregular saltándose todas las normas; un empresario avaro y sinvergüenza al que lo único que le importaba era hacer caja, aunque fuera engañando y manipulando...peores circunstancias no podían darse para acabar la noche como acabó.

No quiero, no puedo ponerme en el lugar de esos padres que han perdido a sus hijas de una manera tan absurda y evitable; no soy capaz de pensar en sus hermanos, en sus familias, en cómo pueden pasarlo viendo cómo políticos y empresarios se tiran la pelota y no pasa nada. Ésta es la gran desgracia, que después de un mes de la tragedia, todavía no hay culpables, ni nadie ha tenido la valentía de marcharse a su casa, ni nadie ha sido capaz de poner a más de uno en su sitio. Han muerto cinco jóvenes por la avaricia de un empresario y el ¿beneplácito? de unos cuántos políticos que hicieron la vista gorda a muchas irregularidades.
Salió mal y pasó que murieron cinco chicas; si hubiera salido bien, el empresario sin escrúpulos sería un poco más rico y los políticos, tan contentos frotándose las manos. Hasta la próxima.

martes, 27 de noviembre de 2012

Castilla necesita un Fernando

Nada mejor que una serie de éxito, Isabel, para poner en el punto de mira lugares, paisajes o edificios que llevan ahí muchos siglos, pero es ahora cuando todos vuelven sus ojos hacia ellos. Gran error. Así de triste, pero suele suceder con más frecuencia de la que debiera; tiene que darse un hecho puntual para que nos demos cuenta de la riqueza que atesoramos a nuestro alrededor. 
Ancha es Castilla, que diría El Cid, como para conocerla palmo a palmo, pero hay que intentarlo. Todo este rollo viene a cuento de los índices de audiencia de una serie que, además de histórica, muestra una Castilla rica y extensa en patrimonio. Ha tenido que ser Isabel la que recuerde, a unos, y muestre, por primera vez a otros, que esta tierra es mucho más que llanuras interminables y campos inmensos de cereales y que el carácter de sus gentes no es precisamente el de sumisión a nada ni a nadie, aunque muchos crean ahora lo contrario.




Recuerdo que hace ocho años disfruté de un inolvidable fin de semana recorriendo los lugares vinculados a la reina Isabel la Católica y disfrutando de una espléndida exposición en Madrigal, Arévalo y Tordesillas coincidiendo con los 500 años de su muerte. Eso cuando la reina pía no estaba tan de actualidad como ahora. 
La ruta comenzaba en Madrigal de las Altas Torres, localidad abulense de La Moraña donde nació Isabel, en el palacio de Juan II, una villa que merece la pena conocer, por las huellas de la reina, por su recinto amurallado del siglo XII, por la puerta de Cantalapiedra o por sus exquisitos asados que se pueden degustar en numerosos mesones.
Continuaba en Arévalo, donde pasó largas temporadas de su infancia junto a su hermano pequeño y su madre, con un castillo convertido en morada para la futura reina de Castilla y en prisión después para Guillermo de Orange, y finalizaba en Tordesillas, ya en la provincia de Valladolid.  Junto al Duero, esta villa atesora un buen número de edificios históricos que acogieron entre sus muros tantas intrigas políticas, religiosas y familiares, convirtiéndose de manera itinerante en sede de la corte real de Isabel y Fernando.
Pues lo dicho, que mucho antes de que esta serie devolviera a la actualidad lugares tan emblemáticos para Castilla y León como Arévalo, Madrigal o Tordesillas ya estaban ahí, con una historia que convendría no olvidar. Pero bienvenida sea si con ello muchos se acercan al pasado de esta tierra y, de paso, la conocen más y mejor. Viendo el carácter que se gasta el consorte de Isabel, tampoco estaría de más que Castilla tuviera ahora al frente, en vez de un Juan Vicente, un Fernando de Aragón. Sin acritud.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Neuschwanstein, ese mágico lugar

Si hay algo a lo que me gusta dedicar el tiempo es a viajar, cerca o lejos, viajes de dos días, una semana o tres, dependiendo de las circunstancias. Conocer lugares, paisajes, culturas, gentes... es una de las experiencias más enriquecedoras que conozco, de la que nunca me canso y cada vez quiero más. Lugares a los que quiero ir, y otros a los quiero volver. Intento no repetir porque la tierra es demasiado grande, pero no sé si os ha pasado alguna vez que, después de conocer un sitio, no dudaríais en volver, visitarlo en otra estación, en otro momento, porque creéis que os puede aportar algo más o descubrir algo nuevo.
Uno de esos lugares mágicos y sorprendentes fue Neuschwanstein (piedra nueva del cisne), en Baviera, Alemania. Ahí se encuentra uno de los castillos más visitados del país germano, el del Rey Loco, un edificio impresionante rodeado de montañas, los Alpes, y lagos que lo convierten en único. Fue en verano, estaba recorriendo Alemania y costó decidirme. Para ese día había otros planes que, a priori, parecían más interesantes que conocer un castillo en el que se inspiró Disney para "La Bella Durmiente". Pero nunca me arrepentiré de visitar este lugar fantástico, en un entorno idílico, mágico, que me impresionaba más a medida que me iba acercando.
De estilo neogótico, fue el rey Luis II de Baviera el que mandó construirlo en 1886, destacando visualmente por la esbeltez de sus muros y torres. Para llegar hasta él, levantado sobre una inmensa roca, hay tres opciones: caminando, en una lanzadera o en un coche de caballos. Para la subida elegí la segunda opción porque, a pesar de estar en julio, la lluvia no cesaba, pero me arrepentí casi al instante. La carretera de acceso, muy estrecha, no es apta para miedosos, ni para los que sufren de vértigo, con unas curvas que parecen no acabar nunca, pero al final llegué y mereció la pena. Eso sí, decidí que el camino de regreso lo haría andando, pese a la lluvia y a las sandalias.

Un castillo construido en una época en la que ya no se necesitaban como defensa, de ahí que éste sea un tanto peculiar, con unas instalaciones interiores en las que destaca un logrado sistema de calefacción, conducciones de agua, inodoros y habitaciones diseñadas para convertirse en escenarios de ópera. Pero, sin duda, lo impresionante de este castillo es el lugar en el que se levanta. Entre montañas y lagos, lo convierten en especial. Disfrutar de los increíbles paisajes que lo rodean es una de las mejores experiencias que he vivido, y de las peores.
Me explico: junto al castillo existe un puente de madera, Marienbrucke, hecho de troncos, a una altura de más de 90 metros colgado sobre las gargantas del Pöllack, que comunica dos colinas. Cruzar ese puente y regresar de nuevo al castillo sólo es apto para los muy valientes, a los que el vértigo no les afecte nada. A la altura y el precipicio se suma el hecho de que los troncos no paran de moverse, de crujir mientras avanzas...así es que mi recorrido no pasó de unos metros y me di la vuelta. Lo intenté porque las vistas del castillo desde el otro lado de la colina son espectaculares, pero el miedo pudo conmigo, preferí esperar en tierra firme. Pero a pesar del mal rato del puente, quiero volver a Füssen, en invierno, para ver ese entorno mágico nevado, los Alpes, las cascadas y lagos helados y ese castillo tan majestuoso, con ese puente tan inquietante, tan amenazador...

viernes, 9 de noviembre de 2012

Un titular y poco más

Confieso que hay noticias que cuando las leo me dejan mal, me hacen sentir mal. Por la impotencia que siento, por la rabia, por querer y no poder... El drama de los suicidios por la falta de trabajo o por la pérdida de la vivienda parecía algo lejano a nosotros. Eso ocurría y ocurre en Grecia o en Italia, donde la situación está peor que aquí, o igual de mal.
Pero poco a poco, eso que nos parecía tan lejano y tan irreal se ha asentado aquí y, de repente sin saber cómo, casos excepcionales se vuelven rutinarios. Y lo peor, que nos resignamos a que eso ocurra a otros, de momento. Aunque resulte difícil de explicar, decenas de españoles se quedan cada día sin su casa porque los bancos deciden quedarse con lo que consideran suyo. Así de simple, así de triste.
Es decir, lo pierden todo. Años y años de trabajo invertido, sus sueños, su vida...y la pierden porque sin trabajo no pueden pagarla, porque fueron avalistas de hijos o hermanos y se quedan en la calle. La tienen que abandonar para devolvérsela al banco, a pesar de haber pagado durante más años de los que deben.
Mejor dicho, la caja o banco los deja en la calle. A familias enteras, a mujeres enfermas que apenas pueden tenerse en pie, a matrimonios con niños pequeños que no tienen un lugar para dormir ni para dejar sus pertenencias. Y me siento mal, muy mal. Me parece tan injusto, tan mezquino por parte de los bancos, tan inhumano, que no sean capaces de ver más allá de unos números rojos; precisamente ellos, que tienen oxígeno gracias a la ayuda del Estado, a nuestra aportación. A ellos, a los que nadie les pide responsabilidades por su nefasta gestión, enriquecimiento incluido, por parte de muchos de los que han estado al frente de las entidades.
¿Cómo se sentirán esos presidentes de bancos y consejeros que durante muchos años se pusieron sueldos millonarios gracias a mis aportaciones y a las de tantos ciudadanos que ahora se quedan si casa? ¿Verán y leerán los dramas que se esconden detrás de cada número, de cada nombre al que tachan por moroso? ¿Podrán dormir tranquilos? ¿Qué sentido tiene dejar sin casa a tantas personas para que se queden vacías y pierdan el poco valor que tienen? ¿No les basta que les hayamos pagado cinco veces más por la vivienda que el precio real? ¿No es suficiente que durante años se hayan hartado a ganar dinero y sus cuentas personales rebosen ceros? ¿Y esos políticos inútiles que se han sentado en los consejos de administración de las cajas durante tanto tiempo a cambio de dietas y pagos escandalosamente vergonzosos? ¿Qué sentirán ellos cada vez que una familia tiene que dejar su casa? ¿Qué pensarán de la muerte de Amaia, sentirán culpabilidad o se lavarán las manos?
Hasta ahora no he encontrado a nadie que pierda su casa por no querer pagarla. Todos quieren, pero no pueden, porque llevan años y años sin encontrar trabajo. Y primero tienen que comer.
Hasta ahora, escasísimas entidades han sido capaces de dialogar y de llegar a una solución que permita mantener la vivienda y a la vez ir cumpliendo con los pagos. Por lo que veo, es más fácil dejar en la calle a los ciudadanos. Y más rápido. Qué asco.
Pero tranquilos, los dramas les pasan a otros, como los desahucios; lo vemos como una situación lejana de la que somos meros espectadores, como si nunca nos pudiera ocurrir a nosotros, hasta que nos pasa.
El hombre de Granada, el de Valencia, la mujer de Baracaldo...acaparan minutos y titulares un rato y mañana caerán en el olvido. Y vuelta a empezar...¿Hasta cuándo?

Por cierto, me temo que se ha abierto la veda para hacer titulares y aperturas de los suicidos. ¿Dónde hemos dejado la ética?


martes, 6 de noviembre de 2012

Mostar, ejemplo de convivencia multiétnica


Una mujer nerviosa con una tristeza que ni siquiera camuflan sus gafas de sol se acerca a un grupo de turistas y pregunta por una floristería; nadie sabe responderle y se marcha en busca de otro grupo. Esa mujer es la misma que media hora más tarde vuelve a aparecer en la plaza de España de Mostar. Allí, deposita un ramo de lirios ante la placa que recuerda a los españoles muertos durante una reconstrucción que sigue reparando las heridas que dejó la guerra. Su hijo, sin cumplir los 20 años, fue uno más de la veintena de soldados que se dejó la vida ayudando a quienes tanto habían perdido. Esta pequeña plaza es una muestra del agradecimiento de los ciudadanos al trabajo de tantos españoles que con su esfuerzo tratan de recuperar la ciudad. Un trocito de España quedará para siempre allí.
Mostar lucha por salir adelante, aunque las huellas de la guerra se ven a cada paso. Edificios sin reconstruir y otros ya reformados que mantienen el recuerdo de lo que allí pasó; antes señoriales, ahora derruidos merced a los bombardeos que día y noche acorralaron a esta ciudad. Pero sus habitantes, acogedores y hospitalarios como pocos, no quieren mirar atrás, sólo seguir avanzando; con un recuerdo constante a las víctimas mortales que descansan para siempre en numerosos cementerios des- perdigados entre casas y bloques de edificios. 
 "Huellas difíciles de desaparecer, cicatrices sin cerrar y un pasado que se quiere olvidar"
Mostar no tiene su camposanto a las afueras; lo importante era dar un entierro digno a las víctimas y lo que antes fueron jardines junto a las viviendas ahora son cementerios en los que no aparece señal alguna que indique la religión de la víctima. Sin diferencias por sus creencias. Mostar sigue demostrando que la convivencia pacífica entre culturas es posible.
El mejor ejemplo de la historia reciente de esta ciudad de Herzegovina es el puente sobre el río Neretva, destruido en 1993 y reconstruido diez años después. Todo un símbolo de una ciudad multiétnica y protagonista a su pesar de una guerra en la ex Yugoslavia que dejó 200.000 muertos.
Y es que Mostar llama sobre todo la atención por la convivencia de dos culturas, la católica y la musulmana, presentes a cada paso. Las estrechas y empedradas calles que rodean este puente están jalonadas por multitud de puestos a semejanza de un zoco, donde destacan objetos de cobre que hacen furor entre los turistas, alfombras, artesanía local o juegos de café. También la cultura musulmana tiene su huella en la gastronomía. La carne de cordero, las ensaladas aliñadas con salsas y los postres, muy dulces, a base de almendras y miel, acompañan al turista en una ciudad que se ha convertido en el mejor ejemplo de convivencia en paz. 

lunes, 5 de noviembre de 2012

Felicidades, princesa

Cómo pasa el tiempo! Me hago mayor, muy mayor. Me doy cuenta cada vez que mis sobrinas cumplen años y las veo crecer...hoy mi princesa mayor cumple 19 años. Parece increíble, pero el tiempo no se detiene. Diecinueve preciosos años. Te quiero tanto peque...por ser como eres, tan igual a mí y tan diferente. Tan responsable, tan cabezota a veces, con esa personalidad que no deja a nadie indiferente. Eres un soplo de vida, de alegría...cómo nos lo pasamos cuando estamos juntas, todo son risas y buenos momentos. Esas tardes de compras, de tienda en tienda; esos ratos de café y helado que se han convertido en una tradición; y esas charlas a veces serias, otras muy serias en las que intento ponerte las pilas y hacerte ver que eres una afortunada por tenerlo todo. A tu edad ya no tenía madre. Sabes que tienes la suerte de tener una estupenda familia, siempre pendiente de ti y a tu alrededor a tanta gente que te quiere.
No cambies nunca, no dejes que nada ni nadie te cambie. Sigue así. Me gusta cómo eres, tan responsable con tus estudios, con tu hermana... Y te lo he dicho muchas veces, pero eres un soplo de aire fresco, me haces reír cuando peor estoy, me animas cuando me caigo y consigues que me ría como hace un rato, cuando he visto lo que has escrito en tu blog.
Por tantas cosas, te quiero. Siempre serás mi primera sobrina, mi primera niña, mi princesa mayor...disfruta de tu día. TE QUIERO
Y como es tradición para celebrar tu cumpleaños, tenemos una cita pendiente, ahora no tienes excusa, que ya conduces...


domingo, 4 de noviembre de 2012

El peligro de un tuit



Bienvenida la tecnología para facilitar y agilizar el trabajo del periodista. Pero no debemos perder el norte, y llevamos camino de hacerlo. Un profesional debe tener como principal premisa en su trabajo la objetividad e independencia, el contraste de las fuentes, la rigurosidad y saber plasmarlo para que llegue al receptor. Y es aquí donde nos estamos equivocando por el abuso de los nuevos medios que tenemos a nuestro alcance.
Es un temor que viene de lejos y que ya apuntaba José Luis Martínez Albertos en 1989, al indicar que “la comunicación periodística puede desaparecer totalmente en los próximos 20 ó 30 años ante la avalancha electrónica”. Para evitar este mal presagio del profesor, el periodista debe guiarse por unos principios éticos que poco tienen que ver con un tuit, y es que Twitter lleva camino de convertirse, si no lo es ya, en el antiguo patio de vecinos donde cabía de todo: el bulo, las falsas noticias, los rumores bien y mal intencionados con oscuros objetivos…
No hay que sobrevalorarlo, pero tampoco dejarlo de lado. Es una herramienta más, útil, que puede utilizarse, pero nunca puede ser un ‘surtidor’ de noticias. Ignacio Ramonet publicó en El País hace la friolera de 14 años algo más que una premonición: “(…) la irrupción de Internet aumenta el sentimiento de caos, porque establece definitivamente el tiempo real, la instantaneidad, como ritmo normal de la información. Y porque cualifica el rumor, la noticia no verificada, como una categoría perfectamente natural de la información”.
Si queremos que esta profesión vuelva a ser valorada socialmente debe guiarse por unos principios que no caben en un tuit. Viralizar informaciones erróneas y hacerse eco de noticias sin contrastar, que después se demuestra que son falsas, es tan sencillo como hacer clik. Porque, como señala Rafael Muñiz, ¿quién no se ha hecho eco nunca de un rumor? Subsanarlo siempre será más complicado y tendrá consecuencias tanto para el periodista, como para la credibilidad del medio. Resulta demasiado fácil y cómodo convertir un bulo en una gran noticia en cuestión de minutos. Y algunos medios de comunicación están cayendo en este error.  
El polémico tuit sobre la donación de Iniesta de su prima por ganar la Eurocopa a los afectados por el incendio de Valencia es un ejemplo. Fue un periodista deportivo el autor de un tuit que no contrastó y que generó miles de comentarios. El desmentido del jugador y el cierre de la cuenta del autor de la falsa noticia zanjaron una polémica que partió de un profesional. ¿Estamos abusando de esta herramienta con frivolidad para realizar nuestro trabajo? Creo que sí. Y puede resultar peligroso y volverse contra esta maltrecha profesión.