Una mujer nerviosa con una tristeza que ni
siquiera camuflan sus gafas de sol se acerca a un grupo de turistas y pregunta por una floristería;
nadie sabe responderle y se marcha en busca de otro grupo. Esa mujer es la
misma que media hora más tarde vuelve a aparecer en la plaza de España de
Mostar. Allí, deposita un ramo de lirios ante la placa que recuerda a los
españoles muertos durante una reconstrucción que sigue reparando las
heridas que dejó la guerra. Su hijo, sin cumplir los 20 años, fue uno
más de la veintena de soldados que se dejó la vida ayudando a quienes tanto
habían perdido. Esta pequeña plaza es una muestra del
agradecimiento de los ciudadanos al trabajo de tantos españoles que con su
esfuerzo tratan de recuperar la ciudad. Un trocito de España quedará para
siempre allí.
Mostar lucha por salir adelante, aunque
las huellas de la guerra se ven a cada paso. Edificios sin reconstruir y otros
ya reformados que mantienen el recuerdo de lo que allí pasó; antes señoriales,
ahora derruidos merced a los bombardeos que día y noche acorralaron a esta
ciudad. Pero sus habitantes, acogedores y hospitalarios como pocos, no quieren
mirar atrás, sólo seguir avanzando; con un recuerdo constante a las víctimas
mortales que descansan para siempre en numerosos cementerios des- perdigados
entre casas y bloques de edificios.
"Huellas difíciles de desaparecer, cicatrices sin cerrar y un pasado que se quiere olvidar"
Mostar no tiene su camposanto a las
afueras; lo importante era dar un entierro digno a las víctimas y lo que antes
fueron jardines junto a las viviendas ahora son cementerios en los que no
aparece señal alguna que indique la religión de la víctima. Sin diferencias
por sus creencias. Mostar sigue demostrando que la convivencia pacífica
entre culturas es posible.
El mejor ejemplo de la historia reciente
de esta ciudad de Herzegovina es el puente sobre el río Neretva, destruido en
1993 y reconstruido diez años después. Todo un símbolo de una ciudad multiétnica
y protagonista a su pesar de una guerra en la ex Yugoslavia que dejó 200.000
muertos.
Y es que Mostar llama sobre todo la atención por la convivencia de dos culturas, la católica
y la musulmana, presentes a cada paso. Las estrechas y empedradas calles que
rodean este puente están jalonadas por multitud de puestos a semejanza de un
zoco, donde destacan objetos de cobre que hacen furor entre los turistas, alfombras,
artesanía local o juegos de café. También la cultura musulmana tiene su
huella en la gastronomía. La carne de cordero, las ensaladas aliñadas con
salsas y los postres, muy dulces, a base de almendras y miel, acompañan al
turista en una ciudad que se ha convertido en el mejor ejemplo de convivencia
en paz.
Este es un espacio caótico, como bien señalas en la descripción del mismo, donde se mezclan entradas sobre temas diversos. Todos los asuntos tratados están hechos bajo una valiosa pluma, puesto que leyendo algunas de las entradas me he sentido muy cómodo con la forma en la que te expresas.
ResponderEliminarComo sugerencia, al título del blog le daría mayor presencia con un tamaño de fuente más elevado, mientras que la descripción la pondría en negrita (no es una crítica, sino cuestión de gustos personales).
Sobre la estructura, quizá rellenaría los bordes con algún gadget para aportarle un poco más de viveza al blog.
En suma, este atractivo espacio, dominado por una bellísima foto bajo la descripción, lo veo con muy buenos ojos solo por saber que, entre tus gustos musicales (según tu perfil), se encuentra Joaquín Sabina. Te animo a que sigas publicando fotos de viajes y paisajes, pues las que he visto me han gustado mucho.
Gracias José Carlos, te agradezco el comentario. Está bien que no hagas sangre en el trabajo de una novata en esto como yo...seguiré tus consejos sobre el diseño y prometo seguir con entradas de mis viajes por el mundo... buenos días!
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